Con hambre, sudor por el potente sol y con un sueño en la cabeza y el pecho, casi 2.000 hondureños cruzaron ayer la frontera de Guatemala. La policía intentó detenerlos, pero la caravana los supera en número. No pudieron hacer más que mantener el orden y acompañarlos por un tramo para evitar revueltas. Se pronostica que muchas personas más se van a sumar a este sueño.
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